De Vuelta

Desperté antes de lo previsto. Mucho antes.

Ahogado entre la colcha decidí ignorar el transcurso del tiempo y sumirme de nuevo en el sueño olvidado, decifrar la incomodidad de mi cama.

Suena una voz que resulta molesta, que interrumpe la trama de un pan para mantenerme vivo las próximas catorce horas. Sigue siendo temprano, por lo menos le he ganado al despertador dos veces seguidas. La mañana es nublada, tal y como mi esperanza haía proclamado por la noche; el frío matinal aún no lo percibo y realmento no deseo hacerlo.

Con más resignación que ímpetu me descubro, rechazo la calidez de mi (imaginada) tumba. Al hundir mi cuerpo entre los espacios que no abarca el agua que cae constantemente, en la regadera no hay muchas posibilidades de llenar involuntariamente mis pulmones de agua. Después del fracaso percibo el frío matinal y me percato de mi desnudez.

Me siento en la cama y todo parece girar sin embargo no hay mareo ni vértigo, lo cual me extraña. El cabello escurre su llanto helado sobre mi espalda. Sin previo aviso mi imaginación se levanta en contra de lo real de manera abrupta y me parece que otra respiración acompaña a la mía, que un cuerpo ajeno se apodera de mi asiento y acerca una caricia a mi espina dorsal (dorso), un perfume parece inundar mi nariz con añoranza.

¿Con qué he de curir mi vulnerable estado? ¿Será con el cielo y la noche? ¿Será con la soledad sobria?Podría permanecer expuesto a los cambios que se sucitan a mi alrededor. Está decidido, curiré mi desnudez con el cielo y la noche.